A veces, uno es incapaz de pedir ayuda. Es algo usual en quienes
están acostumbrados a solucionar sus cosas, por si mismos.
Otros, en cambio, no saben hacer gran cosa sin pedir ayuda; aunque
luego desprecien la solución que se les brinda. O la aprecian, pero
no hacen caso alguno.
Entre los que tienen por costumbre solucionar sus cosas los hay que a
su vez ofrecen ayuda aunque no se les pida y los hay que no la
brindan hasta que no es solicitada.
Hay gente que ofrece ayuda sin que se le demande. En este grupo se
pueden detectar los que entienden que se trata de un favor (no piden
nada a cambio) y los que, mentalmente, es como si hicieran un
contrato de sumisión o poco menos (piden algo a cambio).
Cuando se pide algo a cambio de la ayuda, a veces se pone una
condición. Pero está a la vista. Quiero que me des “A”, pero, a
cambio, he de recibir “B”. Con total claridad.
Otra cosa es que te regalo algo (o ayudo) que ni siquiera ha sido
solicitado; y al cabo de un año, o más, no ríes uno de mis
chistes… ¡Ingrato! ¡No te lo consiento!
Supongo que Cristóbal Colón se solucionaba sus problemas. No creo
que nadie pudiera paliar su hambre y necesidades a bordo de la Santa
María. Dudo que pidiera ayuda para pasar menos penalidades de las
que pasó en su largo viaje trasatlántico. Debió caminar por
lodazales en la selva americana. Andar entre piedras con mal calzado.
Seguramente le picaron insectos que ni siquiera conocía. No podía
ducharse, ni ponerse ropa limpia, ni ir al excusado. Y para pasar
menos dificultades muy probablemente no pidió más ayuda que la de
la Providencia, como dicen en las novelas.
Pero sí que supo pedir ayuda en otras circunstancias. Primero a
Fernando llamado el Católico. Luego a su esposa Isabel. Finalmente
consiguió lo que pedía (al menos en parte).
Entra en lo lógico pensar que recibiera alguna ayuda sin
solicitarla; hablamos de la que debieron proporcionarle los soldados
de las tropas que le acompañaban. No hacía falta pedir ese socorro
porque quienes la conformaban estaban en las mismas que él. Se
jugaban la vida.
A día de hoy, viendo de manera genérica quienes integran la
juventud y la infancia, hay viejos que creen que al crecer esos
individuos no se podría organizar un batallón para repetir tal
hazaña al otro lado del charco. Pero ese es otro tema. Hablamos
ahora de la ayuda. Los hay que quieren ayudar pero no pueden.
Cuando Cristóbal Colón llegó a lo que él llamó Las Indias hacía
años que su madre había fallecido, según indican ciertos
documentos. Más allá del dolor que padeciese por ello nos
imaginamos una escena trasladando algunas cosas que se observan hoy
en día. En ella, Colón está a punto de embarcarse hacia lo
desconocido (por él) y la madre (que en la escena estaría viva)
diría a su retoño algo así como: “Abrígate bien que en esas
tierras seguro que hace mucho frío”. O tal vez: “¿Llevas
manzanas? Que ya sabes que te sientan muy bien”.
Esa sería una ayuda no solicitada, de las que hemos hablado antes.
Añadiríamos ahora que quedan dos interrogantes desde la perspectiva
de la ayuda; la del que la recibe y la de quien la presta. En este
caso, Susanna Fontanarossa, la presunta madre de Colón, podría
quedarse tan a gusto con su propuesta de socorro o bien quedarse
enganchada en él. “¿Se acordará mi hijo de ponerse la bufanda
que con tanto cariño tejí?” “¿O la camisa que con tanto amor
bordé?” “A ver si se le van a pudrir las manzanas antes de que
se las coma”.
Desde la otra perspectiva, desde la del que la recibe, Colón podría
quedarse tan a gusto o bien, por el contrario quedarse enganchado.
“Como me han dicho que igual paso frío si no me pongo la bufanda,
eso es que la necesito”. “¿Y si paso frío aunque me la ponga?”.
“¿Y si la pierdo?” “A ver si se me van a pudrir las manzanas y
lo paso mal sin ellas”.
Hasta aquí nuestra gramática parda o filosofía barata. Que cada
cual proporcione ayuda según le parezca, si es que cree que la debe
brindar. Ya sea cuando la soliciten o cuando no sea así. Que cada
cual haga lo que crea oportuno con la ayuda que reciba; si se la dan.
Ya sea ese auxilio requerido o no. Pero, por favor, que todos nos
respetemos; tanto los que ayudan como los ayudados. Nosotros sólo
hemos querido favorecer con estas palabras a quienes crean que lo
necesitan. Si no lo hemos conseguido, esperamos, al menos, haber
entretenido y movido a reflexión; divertir un poco, si acaso.
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